La Iglesia es asunto de todos

LA IGLESIA ES ASUNTO  DE TODOS.

Algunos piensan: "Habría que comenzar por  hacer 'practicantes' a aquellos que se proclaman católicos". Es muy fácil decirlo ... Otros, algo maliciosos, dicen que habría que hacer verdaderamente cristianos creyentes a aquellos que son practicantes ... Fuere lo que fuere de estas respuestas demasiado simplistas y demasiado rápidas, no hay duda de que un cierto número de los cristianos practicantes está compuesto por personas altamente comprometidas en la vida de la Iglesia, y sin duda y gracias a Dios este grupo va aumentando.
Pero ¿cuántos son los católicos resignados,  atrapados por las preocupaciones diarias? parece  a veces como si hubiesen cloro formado su Ideal  cristiano para no sufrir demasiado. Han llegado a  ser "clientes de la Iglesia". No forman parte activa de la comunidad. Llegan a la iglesia como se llega a un supermercado. Durante la Misa están sentados como delante del televisor, esperando que el "espectáculo" sea interesante o termine pronto ... No es asunto de ellos.
Otros, durante algún tiempo, procuran actuar, luchar, pero luego, no pudiendo cosechar los frutos de su trabajo en seguida, emprenden la retirada. Algunos de ellos se transforman en amargados críticos. A veces llegan a denigrar y querer desanimar a aquellos que continúan en el trabajo y que no quieren bajar los brazos. Resulta más fácil demoler que construir y arrimar el hombro! En otros se constata un contraste evidente entre  lo que confiesan con la boca y lo que viven ...
TODOS SON RESPONSABLES EN LA IGLESIA
Es una verdad: La Iglesia no será viviente si ella no se transforma en una verdadera comunidad de creyentes donde cada uno se sienta y quiera ser responsable.
EN PRIMER LUGAR:
¡VERDADEROS CREYENTES!
                No se trata desde un principio de HACER algo más. Se trata de SER; de ser cristiano auténtico. Aquí no se trata de una creencia vaga en un "ser supremo", "en algo que está sobre nosotros". Tampoco se trata de llamarse "auténtico creyente" sencillamente porque se admite un catálogo de verdades que hay que creer, un CREDO sin du­ da, pero un CREDO que permanece cerebral y que no compromete en manera alguna en el seguimiento de Jesucristo.
                La fe viviente consiste en encontrar a Jesucristo Resucitado, que me conoce, que me ama, que me llama y que me invita a seguirlo.
                Hay creyentes serios para quienes los únicos responsables en la Iglesia son: el Papa, los obispos Y los sacerdotes. Los demás bautizados no tienen más objetivo que la fidelidad a las orientaciones recibidas de arriba. Uno decía: "Yo no soy más que una oveja en la Iglesia, como dice el Evangelio. Iré donde me digan, haré lo que me manden". Pertenece al grupo de los que creen cumplir con su deber de cristianos con sólo oír la Misa, ESCUCHAR el sermón, RECIBIR los sacramentos ... Pura actitud PASIVA. ¿Es esto todo lo que tienen que hacer los laicos en la Iglesia?
                La verdad es, que TODOS ESTÁN LLAMADOS POR SU BAUTISMO Y POR SU CONFIRMACIÓN A SER CRISTIANOS APOSTÓLES, activos, anunciadores y testigos de la Buena Noticia de la Salvación en Cristo.
                El cristiano debe ser un TESTIGO DE LA FE  EN JESUCRISTO. Testigo es aquél que ha visto, antes de ser aquél que da cuenta de algo. Frecuentan ustedes suficientemente la lectura de la Palabra de Dios para poder decir que lo conocen a Jesucristo?
                Lo que no se conoce no se puede amar .... ¿Lo conocen de una manera intelectual o lo conocen como amigo? ¿Lo conocen de una manera subjetiva y fantasiosa, eligiendo arbitrariamente aquello que les agrada en el Evangelio o bien lo conocen en verdad, a través de la fe de los apóstoles, transmitida luego por la Iglesia? ¿Aceptan a CRISTO ENTERO con todo lo que Él nos dice en el Evangelio?
                Los cristianos deben ser SERVIDORES DE SUS HERMANOS, los demás hombres. La Iglesia, a través de todos sus miembros, que somos nosotros, está insertada en el mundo. Nosotros, ¿tomamos parte en las alegrías y en las penas, en las luchas y en los sufrimientos de todos nuestros hermanos, especialmente de los más pobres y de los más alejados? Dios los ama a todos. Él quiere manifestar su amor a través de su Iglesia, a través de los compromisos valientes y eficaces de los cristianos en el corazón del mundo
TODOS SON RESPONSABLES DE LA IGLESIA
                Todos somos responsables de aquello que ES la Iglesia, de su SER. Nosotros somos los miembros de esta Iglesia.
                Si somos miembros enfermos o medio muertos, si somos sarmientos secos por los que no corre la savia vivificante de Cristo, la Iglesia sufre. Para que la Iglesia sea viva es necesario que TODOS sus miembros vivan realmente de Jesucristo. Es necesario que una FE vigorosa los clarifique y los fortalezca. Es necesario que una" ESPERANZA sin fallas los dinamice. Es necesario que un AMOR auténtico habite en ellos y sea el motor de sus vidas.
                Los cristianos son responsables de la Iglesia porque ellos son RESPONSABLES DE LA FE Y DE SU IMPACTO sobre ellos mismos y sobre los demás. La fe en nuestros días es difícil. No se mantiene por sí sola. Se halla atacada de múltiples maneras y en todas las edades. Hay que fortificar esta fe, alimentarla, purificarla, vivificarla por la lectura y meditación de la Palabra de Dios, por la participación activa en la Santa Misa y en las Celebraciones de la Pa­ labra, con oración asidua, y por reuniones
LA IGLESIA NO SE CONSTRUYE CON PLANOS Y LADRILLOS.SE CONSTRUYE ALLÍ DONDE HERMANOS ORAN, ACTUAN Y VIVEN EN EL ESPÍRITU DE JESUCRISTO
AYUDANOS A LEVANTAR ESTA IGLESIA!  Insiste el Papa Juan Pablo II en que la CATE­ QUESIS DE LOS ADULTOS "es la forma principal de la catequesis porque está dirigida a las personas que tienen mayores responsabilidades y la capacidad de vivir el mensaje cristiano bajo su forma plenamente desarrollada. La comunidad cristiana no podría hacer una catequesis permanente sin la participación directa y experimentada de los adultos, bien sean ellos destinatarios o promotores de la actividad catequética.
                El mundo en que los jóvenes están llamados a vivir y dar testimonio de la fe en un mundo de profundas transformaciones y exige que la fe de ellos sea igualmente iluminada, estimulada y renovada sin cesar con el fin de penetrar las realidades temporales de las que ellos son responsables.
                Así pues, para que sea eficaz, la catequesis ha de ser PERMANENTE y sería ciertamente vana si se detuviera precisamente en el umbral de la edad madura, puesto que, si bien ciertamente de otra forma, se revela no menos necesaria para los adultos. ... Hay que repetirlo: en la Iglesia de Jesucristo NADIE debería sentirse dispensado de recibir la catequesis. (Cattrad. N° 43 Y 45). Es necesario que la fe sea visible para los demás. Es necesario que sea luminosa. No se ilumina una habitación con la llamita de un fósforo, sino por medio de una lámpara potente. No se puede ser faro de gran distancia con un foco de 25 vatios ... ¿Qué luces somos nosotros? ¿No somos a menudo responsables de las tinieblas en las que viven todavía tantos hombres en nuestro derredor?
                El Evangelio no se predica sólo -ni en primer lugar- con palabras. Se predica con los hechos; se expresa por medio de la VIDA DE LOS CRISTIANOS que VIVEN según el Evangelio. LA FE SE DEMUESTRA POR LAS OBRAS. El apóstol Santiago es claro: "Hermanos, qué provecho saca uno cuando dice que tiene fe, pero no lo demuestra con su manera de actuar? ... Son las obras las que hacen justo al hombre y no sólo la fe ... Así como el cuerpo sin el espíritu está muerto, del mismo modo la fe que no produce obras está muerta."         Es necesaria la fe para salvarse, pero la adhesión a CRISTO no puede ser teórica, sino que tiene que manifestarse en hechos. Dice el mismo Cristo: "No basta con que digan: 'Señor, Señor', para entrar en el Reino de los cielos, sino hay que hacer la voluntad de mi Padre que está en el cielo."
                Es nuestra RESPONSABILIDAD: Nuestras actitudes, nuestros comportamientos, nuestras palabras, nuestros juicios, nuestros mismos silencios son testimonios o contra­ testimonios. LA IGLESIA ES LO QUE SOMOS NOSOTROS, tal cual nosotros la hacemos, porque la Iglesia somos todos los bautizados. Lleva el rostro que nosotros le damos.
                Hay muchas arrugas en el rostro de la Iglesia,  decía el Papa Juan XXIII, y él quiso el Concilio para renovar este rostro. No basta que tengamos documentos del Concilio, de Puebla y de la Conferencia Episcopal Argentina. Es la Iglesia entera, en todos sus miembros, que debe convertirse para vivir el Evangelio y convertir esos documentos en vida. En este sentido todos somos responsables, EN y DE la Iglesia.
                Hay lugar en la cantera. HAY LUGAR PARA TODAS LAS VOCACIONES Y PARA LAS DISTINTAS TAREAS. Necesitamos laicos bien comprometidos y servidores de sus hermanos en nombre de Jesucristo. ¡No esperes que te vayan a pedir algo! ¡Búscalo tú mismo! Lo encontrarás fácilmente.
¡RENOVACIÓN PERMANENTE
                Unidos en Cristo, ayudándonos mutuamente, estudiando, meditando asiduamente y viviendo decididamente la fe "dejaremos de ser niños, sacudidos por las olas y arrastrados por el viento de cualquier doctrina, a causa de la malicia de los hombres y de su astucia para enseñar el error. Por el contrario, viviendo en la verdad y en el amor, crezcamos plenamente, unidos a Cristo. Él es la Cabeza, y de Él, todo el Cuerpo recibe unidad y cohesión, gracias a los ligamentos que lo vivifican y a la acción armoniosa de todos los miembros. Así el Cuerpo crece y se edifica en el amor"(Ef 4,14-16).
EL LAICO EN LA IGLESIA  Y EN EL MUNDO
El laico se ubica, por su vocación, en la Iglesia y en el mundo. Miembro de la Iglesia, fiel a Cristo, está comprometido en la construcción del Reino en su dimensión temporal.
                En profunda comunicación con sus hermanos laicos y con los Pastores, en los cuales ve a sus maestros en la fe, el laico contribuye a construir la Iglesia como comunidad de fe, de oración, de caridad fraterna y lo hace por medio de la catequesis, de la vida sacramental, y de la ayuda a los hermanos.
                De allí la MULTIPLICIDAD DE FORMAS DE APOSTOLADO, cada una de las cuales pone énfasis en algunos de los aspectos mencionados.
                Pero es en el mundo donde el laico encuentra su campo específico de acción (Cfr.EN 73). Por el testimonio de su vida, por su palabra oportuna y por su acción concreta, el laico tiene la RESPONSABILIDAD DE ORDENAR LAS REALIDADES TEMPORALES para ponerlas al servicio de la instauración del Reino de Dios.
                En el vasto y complicado mundo de las realidades temporales, algunas exigen especial atención de los laicos: LA FAMILIA, LA EDUCACIÓN, LAS COMUNICACIONES SOCIALES. Entre estas realidades temporales no se puede dejar de subrayar con especial énfasis la ACTIVIDAD POLÍTICA. Ésta abarca un amplio campo, desde la acción de votar, pasando por la militancia y el liderazgo en algún partido político, hasta el ejercicio de cargos públicos en distintos niveles.
En todos los casos, el laico deberá buscar y promover el bien común en la DEFENSA DE LA DIGNIDAD DEL HOMBRE Y de sus derechos inalienables, en la protección de los más débiles y necesitados, en la construcción de la paz, de la libertad, de la justicia; en la creación de estructuras más justas y fraternas. (III Conferencia Episcopal, Puebla 787-792)
RENOVACIÓN DE LA PASTORAL DEL LAICADO
                Una renovada pastoral del laicado organizado exige: vitalidad misionera para descubrir con iniciativa y audacia nuevos campos para la acción evangelizadora de la Iglesia: apertura para la coordinación con organizaciones y movimientos. teniendo en cuenta que ninguno de ellos posee la exclusividad de la acción de la Iglesia: canales permanentes y sistemáticos de formación doctrinal y espiritual con actualización de contenidos y pedagogía adecuada.
"MINISTERIOS MENORES"
                Para el cumplimiento de su misión, la Iglesia cuenta con diversidad de ministerios. Al lado de los ministerios jerárquicos, la Iglesia reconoce un puesto a los MINISTERIOS SIN ORDEN SAGRADO. Por tanto, también los laicos pueden sentirse llamados o ser llamados a colaborar con sus pastores en el servicio a la comunidad ec1esial, para el crecimiento y vida de ésta, ejerciendo ministerios diversos según la gracia y los carismas que el Señor quiere concederles por ejemplo, lector o acólito.

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